Allá no muy lejos, naciste
en un ranchito de orcón,
pero la bondad hecha obra
de dos hombres con visión
te acercó al creciente poblado
que rodeaba a La Estación.
Ya tienes identidad,
tienes metas y sueños,
con esperanza y empeño
trabajo y fecundidad,
formas jóvenes y niños
que honrarán la sociedad.
Edificio grande o pequeño
solo es lugar de cita,
escuela larga, gran galería,
módulo, galpón o depósito,
aulas nuevas, ¡quién lo diría!
Ninguna escapa al propósito.
Cualquiera sea tu espacio,
lo importante es enseñar,
desplegar las alas del alma,
usar la imaginación...
y allí sin prisa y con calma
va transitando la educación.
Ya casi tienes cien años
y muchos frutos has dado,
ya tu rostro ha cambiado
hasta un nombre hoy tienes
y por ti los niños cual trenes
continuamente van y vienen.
Próspero y Carmelo Bovino
te llamamos con gran tino
y los que a tu amparo crecemos,
en el fondo del corazón
te llevaremos por siempre
¡Escuelita de La Estación!
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